Conócete a ti mismo

El que llega al Conocimiento, adquiere en su propia persona la sabiduría del Ser, no puede quedarse atrapado en una creencia.
La creencia para este, ha sido totalmente sublimada por la experiencia viva del Ser en sí mismo, aceptando cualquier forma que se le dé, pues sabe que no se produce ningún cambio en la esencia.

" Si un gnóstico lo es realmente, no puede permanecer atado a ninguna forma de creencia" --Ibn Arabí.

El gnóstico, reconocerá bajo cualquier apariencia toda aquello cuya esencia conoce, dando testimonio de ella sin tener en cuenta la apariencia de como se manifieste al exterior.

El Conocimiento te libera del mundo, y te abre aptitudes para todas las revelaciones, El gnóstico afirma a Dios en la primera revelación, porque ha hecho suyas todas las creencias.

"Los que ven hoy a su amado, son los que veran mañana. ¿Qué sabrán del amado allí los que están ciegos aquí?."  -- Ibn Arabí.

El gnóstico sabe que en el espejo de su corazón se manifiestan las revelaciones del Eterno, con esto se explica la grandeza del Hombre Perfecto y con ello la grandeza de Dios.  " Si una persona no sabe qué es, ¿cómo puede entender la eternidad y llegar al que no tiene principio…" Ibn Arabi.

Conoce a ti mismo y conocerás a tu Señor.

A la persona que ha llegado al centro del estado de lo Absoluto se la llama gnóstico, un santo y una persona de Dios. Para eso esta la frase: "Aprende que para los santos siervos de Dios no hay ni temor ni aflicción". Los gnósticos, santos siervos, entran en esta compañía y encuentran la salvación del temor y del peligro. Dios mío, !que podamos conocer ese estado¡.

Ibn Arabi dice: "Éste es el último estado para los que han conseguido el sentimiento de gnosis hacia Dios, que es también el Señor de los que se han dejado conocer como creadores"…

La inteligencia que se dedica a las cosas materiales es insuficiente para entender cosas grandes. Para poder comprender esto hay que tener una inteligencia que vaya más allá de esas cosas y tenga mayor alcance.

Si un hombre permaneciese en un sitio oscuro sin ver la luz del sol y un día se cambiasen las paredes por cristales de diversas formas y colores, al amanecer, cada uno de esos cristales daría una luz diferente. Según el cristal por donde pasase la luz, daría en la habitación un color diferente. Este hombre diría que la luz del sol es roja, verde, etc, y se perdería en la ilusión y la imaginación. El gnóstico, en cambio, vería la realidad y decidiría de acuerdo con ella. Él sabe que el color del agua es el del recipiente que la contiene y sabe que lo que ilumina todo es la luz de Dios.

Bibliografía: El núcleo del nucleo, Ibn Arabi.



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